Funcionamiento básico de la cámara fotográfica
LA FOTOGRAFÍA
- Funcionamiento básico de la cámara fotográfica
- Enfocar la imagen
- El diafragma y la profundidad de campo
- La velocidad de obturación
- El ojo y la cámara: captar las imágenes
- El control de la imagen por medio de los objetivos
Objetivo normal
Objetivos gran angular
Teleobjetivos
- Cómo incide la posición del sol en la fotografía
Sol directo
Sol bajo
Contraluz
Luz difusa
El alba y el crepúsculo
- Consideraciones sobre la composición fotográfica
- Las reglas de composición fotográfica
La regla de los tercios
Las líneas
La dirección de los objetos
Las formas en "S"
Los marcos
- Funcionamiento básico de la cámara fotográfica
A pesar de los
modernos avances técnicos de las cámaras digitales de hoy en día, el proceso
básico por el cual un negativo se impresiona o un sensor capta una copia de la
realidad sigue siendo el mismo que en las primeras cámaras.
En esencia, la cámara
es un cajón oscuro con un agujero por el que entra la luz reflejada por el
objeto que fotografiamos para plasmarse sobre un negativo o un sensor.
Las cámaras tienen
tres mecanismos de control básicos para regular este proceso y obtener una foto
nítida y correctamente expuesta:
Esquema de una cámara
réflex.
1.- El anillo de
enfoque: Está situado en el objetivo. Al girarlo modificamos la distancia entre
la lente y el plano de la película o el sensor digital. De esta forma logramos
poner a foco el objeto fotografiado, que de otra manera saldría desenfocado al
formarse su imagen en un plano anterior o posterior al de la película.
2.- El diafragma: Es
el agujero por el cual entra la luz. En las cámaras réflex es un anillo formado
por unas laminillas metálicas que permiten variar el diámetro de la abertura y
regular de esta manera la cantidad de luz que entra.
3.- El obturador:
Cuando pulsamos el botón de disparo estamos accionando el obturador. Suelen ser
dos cortinillas que se abren y se cierran durante unas fracciones de segundo.
El obturador controla el tiempo durante el cual se impresionará la película o
el sensor digital.
- Enfocar la imagen
- Para sacar fotografías nítidas debemos sujetar la cámara con firmeza
para evitar que vibre, emplear velocidades de obturación adecuadas y
enfocar con precisión.
- La elección entre el enfoque manual y el autofoco se realiza
mediante un botón situado en el cuerpo de la cámara o en los objetivos. El
enfoque manual se realiza girando el "anillo de enfoque" situado
en el objetivo de las cámara réflex.
- Todos los objetivos tienen una distancia mínima de enfoque por
debajo de la cual no es posible sacar una foto nítida. Tampoco se puede
enfocar todo el espacio, desde la distancia mínima de enfoque hasta el
infinito. Únicamente podemos enfocar una porción de espacio denominada "profundidad
de campo", y es más pequeña cuánto más cerca enfocamos y mayor cuando
enfocamos hacia infinito.
- Las cámaras compactas de gama baja no suelen dar la posibilidad de
enfocar manualmente. Respecto a las de gama media y alta, conviene leer el
manual de instrucciones. Algunas tienen un botón en el cuerpo de la cámara
para liberar el enfoque y en otras es una opción escondida en los menús de
la cámara.
- La profundidad de campo puede modificarse dentro de unos límites
establecidos por la distancia a la que nos encontremos del sujeto y por la
distancia focal del objetivo que empleemos, actuando sobre la abertura del
diafragma.
A medida que enfocamos más lejos de la cámara, la zona nítida, denominada
profundidad de campo, es mayor.
- El diafragma y la profundidad de campo
- En las cámaras fotográficas, el mecanismo que controla la
profundidad de campo es el diafragma. Como ya hemos visto, la profundidad
de campo es la porción de imagen que aparece enfocada. Con ayuda del
diafragma y la velocidad de obturación controlamos la exposición, que es
la cantidad de luz que llega a la película.
- La abertura del diafragma, o abertura del objetivo, se ajusta
mediante una anillo que suele estar en el propio objetivo y viene graduado
con una serie de "números f/":f/1 – f/1.4 – f/2 – f/2.8 – f/4
– f/5.6 – f/8 – f/11 – f/16 – f/22
- El tamaño de la abertura del diafragma disminuye al aumentar el
"número f/"; eso significa que con f/2 entrará más luz que con
f/5.6. También podemos deducir que los objetivos "más
luminosos", o sea, los que permiten una abertura mayor de diafragma,
son aquellos que tienen un número f/ más pequeño.
- Por otro lado, una posición de diafragma (por ejemplo f/5.6) siempre
dejará llegar la misma cantidad de luz al negativo independientemente del
objetivo que utilicemos.
- Cada número f/ aumenta al doble la cantidad de luz respecto al
número f/ anterior y la reduce a la mitad respecto al que le sigue.
Para esta imagen necesitamos una gran profundidad de campo, que obtenemos
cerrando el diafragma.
- En los objetivos, junto al anillo de enfoque, encontramos otra
escala graduada que nos indica cuanto abarca la profundidad de campo. Como
podemos ver, cuanto más pequeña es la abertura del diafragma (mayor número
f/) más aumenta la profundidad de campo.
- La mayoría de las cámaras mantienen siempre la máxima abertura de
diafragma hasta el momento de pulsar el obturador con el fin de que
tengamos luz suficiente para enfocar. No obstante, algunas tienen un botón
de pre-visionado de profundidad de campo que acciona el diafragma a la
abertura indicada y nos permite ver con precisión qué zonas aparecerán
enfocadas.
En otras ocasiones, los fondos difuminados que ofrece una profundidad de
campo reducida, facilitan la composición.
- La profundidad de campo también depende en buena medida del objetivo
que utilizamos. En general, cuanto mayor es la distancia focal del
objetivo más pequeña es la profundidad de campo que podremos obtener: con
un objetivo de 35mm. se puede obtener mayor profundidad de campo que con
uno de 100mm.
- Ajustando la profundidad de campo mediante el diafragma podremos
controlar a nuestro gusto el resultado final de una imagen. Por ejemplo,
suele suceder que en la fotografía de paisaje queremos que aparezca
enfocado desde el primer plano hasta el horizonte; entonces debemos
reducir al máximo la abertura del diafragma. Para que llegue al negativo
la luz correcta hay que aumentar el tiempo de exposición usando
velocidades lentas de obturación, por lo cual, si no hay bastante
luminosidad, habrá que colocar la cámara sobre un trípode u otro soporte
improvisado para que no vibre. Usar un objetivo de distancia focal corta
(menos de 50mm.) es lo más indicado para estas ocasiones.
- También puede suceder el caso contrario: que deseemos centrar toda
la atención en el tema de la foto y que no nos moleste nada de cuanto nos
rodea. En este caso, abriremos el diafragma al máximo y de esta manera
obtendremos un fondo desenfocado y liso. Este efecto se puede acentuar
usando teleobjetivos (mayores de 50mm.) y acercándose mucho al tema, ya
que la profundidad de campo es menor en los primeros planos y aumenta al
alejarnos.
- La velocidad de obturación
- Cuando pulsamos el disparador de la cámara, en realidad estamos
accionando el obturador. Como ya hemos visto, el obturador suele ser unas
cortinillas situadas delante del negativo, las cuales, al abrirse, dejan
pasar la luz que impresionará la película o el sensor. Incluso las cámaras
más modernas y automáticas del mercado no pueden "disparar" por
nosotros, que debemos escoger el momento oportuno, cuando creamos que todo
lo que vemos por el visor está correcto, y hacerlo bien, evitando
vibraciones que malograrían la mejor de las imágenes.
- La velocidad de obturación viene indicada en fracciones de segundos.
Es decir, cuando escogemos una velocidad de 500, estamos aplicando un
tiempo de exposición de 1/500 de segundo. La luz llegaría al negativo o el
sensor digital sólo durante esa pequeña fracción de tiempo.
- Cuanto mayor sea la velocidad (más grande el número que escojamos en
el dial de velocidades) más pequeño será el tiempo de exposición. Si
disminuimos o aumentamos en un punto la velocidad estamos duplicando o
reduciendo a la mitad respectivamente el tiempo de exposición.
- La velocidad máxima de las cámaras réflex digitales suele encontrarse
entre 1/2000 y 1/4000, aunque también se pueden encontrar cámaras con
velocidades de hasta 1/8000.
- Naturalmente, cuanto más alta sea la velocidad, menor riesgo
existirá de que la imagen no salga perfectamente nítida a causa de la
trepidación de la cámara (el enfoque es otra cuestión). Sin embargo, con
mucha frecuencia la elección de la velocidad está condicionada por la
cantidad de luz. Si fotografiamos en condiciones de luz escasa tendremos
que usar velocidades más lentas. En estos casos, si queremos congelar la
imagen tendremos que usar película rápida o aumentar la sensibilidad ISO
en las cámaras digitales.
- Con un objetivo normal (50 mm en Paso Universal o Full Frame) una
velocidad de 1/125 es suficiente para evitar vibraciones en la cámara. Velocidades
menores, 1/30 o 1/60 requieren especial atención en el mantenimiento de un
pulso firme. Cuando empleemos teleobjetivos deberemos usar velocidades de
1/250 y mayores si no queremos o no podemos usar soporte. Como regla,
podemos emplear la velocidad inmediatamente superior a la distancia focal.
Por ejemplo, para objetivos de 200 mm usaríamos 1/250 (la velocidad
anterior es 1/125, aunque las modernas cámaras digitales permiten encoger
fracciones de punto, por lo que pueden ofrecernos 1/200), para objetivos
de 400mm usaríamos 1/500.
- Podemos encontrar otros ajustes como "b" para exposiciones
largas (el obturador permanecerá abierto mientras presionemos el
disparador).
- Lo mismo que sucedía con la abertura del diafragma, el resultado
final de una imagen depende, en buena medida, de la velocidad de
obturación que escojamos, especialmente en la fotografía de acción o con
motivos en movimiento.
Con una velocidad de obturación de 1/500 o mayor congelamos el agua de
esta cascada.
- Para captar con nitidez motivos en movimiento hay que recurrir a una
velocidad alta de obturación, que dependerá de factores como la velocidad
del objeto y la distancia a la que nos encontremos. Por ejemplo, podremos
congelar con una velocidad de 1/125 a una persona que cruce el encuadre
caminando cerca de nosotros, pero para poder congelar a un ciclista con
esa misma velocidad de obturación deberíamos estar a 30 metros de
distancia. Si el motivo viene hacia nosotros o se aleja necesitaremos una
velocidad más lenta que si cruza el encuadre. Debemos situarnos de forma
que todos estos factores nos favorezcan. Sin embargo el factor que más nos
condicionará a la hora de escoger la velocidad de obturación será la luz.
En condiciones de luz escasa podemos aumentar el ISO o aprovechar las
pausas naturales de los objetos en acción, por ejemplo, disparar en el
momento en que el columpio se encuentra casi estático en lo alto.
Con una velocidad de obturación de 1 segundo o más lenta el agua en
movimiento aparece difuminada.
- En el ejemplo anterior, ese momento congelado condensa toda la
fuerza del movimiento, pero en otras muchas ocasiones una imagen
perfectamente definida y congelada puede transmitir una sensación de
estatismo más que de movimiento. En estos casos, una velocidad más lenta, que
proporcione una imagen ligeramente borrosa puede sernos más útil,
especialmente si sólo una parte del motivo permanece borrosa, es decir,
que no vuelva irreconocible al motivo. Por ejemplo: un Tío Vivo
fotografiado a una velocidad de 1/30, mostrará las partes fijas
congeladas, y sus brazos móviles ligeramente borrosos siguiendo la línea
del movimiento.
Técnica del barrido
- También podemos usar la "técnica del barrido", que
consiste en seguir con la cámara empleando una velocidad lenta al motivo
que cruza frente a nosotros. Se suelen usar velocidades entre 1/30 y 1/125
y requiere de cierta práctica. Al usar esta técnica el fondo
"barrido" da impresión de movimiento, mientras que el motivo
permanece más o menos definido.
- El ojo y la cámara: captar las imágenes
- El mundo está lleno de escenas impactantes, románticas, divertidas,
melancólicas. A todos nos ha impresionado alguna vez un paisaje
misterioso, una escena llena de color. Entonces apuntamos con nuestra
cámara, nos aseguramos de enfocar bien, de ajustar la luz correcta, y de
evitar que la cámara vibre y ¡zas!, ya está. Pero cuando revelamos el
carrete o vemos la imagen en el ordenador nos llevamos una decepcionante
sorpresa. Lo que tenemos delante no es lo que habíamos visto. ¿Por qué
sucede esto?
- La respuesta es que, a pesar de sus similitudes, el ojo y la cámara
no funcionan igual. Aunque tiene capacidades inalcanzables para el ojo
humano, como captar detalles del movimiento, en general la cámara no es
tan versátil como nuestra mirada.
- Nuestros ojos se adaptan a los cambios de luz a gran velocidad y
restan importancia a los cambios de intensidad de luz entre luces y
sombras (no muestran zonas negras ni "quemadas"), enfocan con
tal rapidez que daría la impresión de que todo se encuentra siempre
enfocado (la cámara tiene una profundidad de campo limitada), percibimos
las imágenes en tres dimensiones y no planas, y sobre todo, nuestro
cerebro es selectivo con lo que vemos. Esto significa que procesa la
imagen y centra su atención en los detalles que nos interesan o nos
impactan y desecha el resto.
Estos barcos dispuestos a ser reparados estaban rodeados de otros objetos
y maquinaria del puerto, pero desde este ángulo y empleando un gran angular
para dar profundidad a la escena, conseguimos aislarlos y centrar en ellos la
atención del observador.
- La cámara, por el contrario, capta todo junto mostrando la escena
cargada de detalles sin interés que ensucian la escena que nuestro cerebro
había "limpiado".
- Por otra parte, no debemos olvidar que también posee ventajas que
hay que aprovechar, como la capacidad de atraer nuestra atención con ayuda
del encuadre hacia temas que pasarían desapercibidos, o la capacidad de
congelar el movimiento.
- Cuando ya tenemos esto presente, el siguiente paso es aprender a
mirar para escoger el tema, es decir, decidir qué queremos mostrar. Y esto
puede no ser fácil, porque suele haber mucho donde elegir a nuestro
alrededor. Y cuanto más compleja y más abundante en detalles sea la escena
más cuidadosos debemos ser para evitar cargar la foto de detalles que
desviarían la atención del tema central.
Un camino rodeado de árboles altos. Para mostrar su magnitud, el
fotógrafo ha de ser cuidadoso a la hora de componer la imagen. En este caso, la
presencia del banco y la mesa de piedra al fondo nos ayudan a percibir la
escala.
- Una vez que hemos encontrado esa imagen o ese detalle que excita
nuestros sentidos, es el momento de detenerse a reflexionar. Hay que
observar la escena con calma por el visor. Debemos movernos alrededor del
motivo (si es posible, claro) para buscar el encuadre más interesante o
para eliminar detalles molestos. En ocasiones, simplemente desplazándonos
unos metros podemos, por ejemplo emplear las hojas bajas de un árbol como
marco para la fotografía de un paisaje o captar un reflejo en el agua o
cualquier superficie reflectante que en principio nos había pasado
desapercibido y que ofrece un nuevo punto de vista singular.
- Todos estos pasos, aparentemente laboriosos, se realizan de forma
mecánica con la práctica.
- En este proceso fotográfico podemos incluso permitirnos el componer
nosotros la escena (mover, quitar o añadir objetos). Son imágenes estudiadas,
y a veces, diseñadas por el fotógrafo. Sin embargo no siempre es así. La
vida está llena de instantes fugaces que, si el fotógrafo quiere captar,
ha de estar preparado para anticiparse al momento. Si queremos plasmar una
carcajada espontánea en una reunión o las consecuencias de las travesuras
de nuestro gato, por poner algún ejemplo, hemos de estar al acecho, con
todos los reglajes de nuestra cámara a punto y, por su puesto, con ella
fuera de su funda.
- El control de la imagen por medio de los objetivos
- Saber emplear el objetivo adecuado en cada momento puede ayudarnos a
mejorar la calidad de nuestras fotografías. Cada objetivo plasma la imagen
en el negativo o el sensor digital de una manera distinta, lo cual nos
puede ayudar a obtener efectos interesantes, aislar o resaltar detalles,
etc.
- Los objetivos se definen por medio de la “distancia focal”, que es
la distancia en milímetros que hay desde el negativo o el sensor al centro
óptico de la lente cuando ésta enfoca al infinito. De esta manera tenemos
objetivos de 28mm, de 50mm, de 200mm, etc.
- Hoy día, los zoom se han popularizado tanto que podemos reunir en un
solo objetivo varias distancias focales y obtener una buena calidad de
imagen, como en el caso de los zoom 28-80mm. En formato completo y sus
equivalentes en APS-C: 18-50mm y Cuatro Tercios: 14-40mm. La gran ventaja
de estos objetivos es que nos permiten explorar las distintas
composiciones de una imagen en función de la distancia focal sin necesidad
de cambiar de objetivo continuamente.
Objetivo normal
- Hasta no hace mucho, las cámaras réflex de 35mm. Venían con un
objetivo de 50 o 55mm. Era el objetivo normal. Se fabricaba en serie y
eran económicos.
- Sus características principales son, por una parte la perspectiva
natural que se obtiene con él, ya que presenta la imagen aproximadamente
como la ve el ojo humano (esto también se puede obtener ajustando el zoom
a 50-55mm.); y por otra su gran luminosidad: f/1,8 o f/1,4 son aberturas
corrientes en estos objetivos, lo cual los convierte en grandes aliados
para las tomas con luz escasa.
Objetivos gran
angular
- La visión de un objetivo normal de 50mm. en formato completo abarca
unos 45º. Para traspasar ese límite y plasmar en el negativo más de lo que
abarca la visión normal hay que recurrir a los objetivos de distancia
focal corta o gran angulares: 35 mm, 28mm, 24mm, 18mm, 16mm, etc. Siempre
refiriéndonos al formato completo o 35mm.
- Estos objetivos doblan la luz y comprimen los objetos para que
quepan en el negativo, de tal manera que los vemos más pequeños de lo que
son en realidad. Estas distorsiones son más evidentes al emplear
distancias focales de 28mm o menores y permiten obtener interesantes
efectos especiales.
Los objetivos angulares expanden el campo de visión.
- El empleo más habitual de los grandes angulares se da en
circunstancias en las cuales el fotógrafo quiere abarcar una gran porción
de espacio, pero no puede retroceder. Al recurrir al gran angular el
espacio se comprime.
- Por otra parte, al poseer una mayor profundidad de campo, estos
objetivos permiten encuadrar y enfocar objetos del fondo y objetos
cercanos.
- Los objetivos grandes angulares más cortos, 18 mm., por ejemplo,
permiten obtener distorsiones y perspectivas exageradas que añaden gran
interés a determinadas fotografías, por ejemplo de paisajes o
arquitectónicas.
Teleobjetivos
- Los teleobjetivos producen el efecto contrario que los grandes
angulares. Si estos parecían alejar la imagen para comprimirla, los
teleobjetivos la acercan al reducir el ángulo de visión.
Los teleobjetivos comprimen y acercan la imagen.
- Cuanto mayor sea la distancia focal del objetivo mayor será el
efecto de acercamiento o aumento de tamaño del objeto. Los más empleados
son los comprendidos entre 80 y 200 o 250 mm en formato completo
popularizados por los zoom 80-200 y sus equivalentes en APS-C (50-150mm) y
Cuatro Tercios (40-100mm). Los de mayor distancia focal -400mm, 600mm-,
necesitan un trípode para evitar que la imagen salga movida, por lo cual
su uso es más engorroso.
- Son especialmente útiles para fotografiar objetos lejanos, que de
otra manera decepcionarían al quedar reducidos a una pequeña porción de la
imagen rodeada de objetos accesorios que no nos interesaban.
- Otro efecto muy interesante es que comprime los distintos planos de
la imagen limitando la sensación de profundidad. Esto permite obtener, por
ejemplo, majestuosas instantáneas de cadenas montañosas que se extienden a
lo largo de kilómetros aparentemente comprimidas en un solo plano.
- También poseen una profundidad de campo muy limitada, por lo que son
muy útiles para realizar retratos, y, en general, fotografiar cualquier
objeto que queramos aislar del entorno.
- Cómo incide la posición del sol en la fotografía
Sol directo
- El sol del mediodía ofrece ciertas ventajas al fotógrafo. Al haber
suficiente luz no suelen existir problemas de trepidación de la cámara y
podemos escoger sin problemas aberturas de diafragma pequeñas para obtener
una buena profundidad de campo o velocidades rápidas para congelar el
movimiento. También podemos emplear película más lenta para obtener un
grano más fino y una mayor calidad en los detalles.
- No obstante, en ocasiones hay que ser cuidadosos con la medición de
la luz, pues un error en la exposición hará que no se muestren los colores
tan brillantes y luminosos. Esto puede suceder si ese color brillante que
nos llama la atención se encuentra en un entorno de medios tonos más
oscuros y la medición se calcula para estos últimos. Este error se evita
calculando la exposición para la zona más brillante o, en su defecto,
subexponiendo ½ o 1 diafragma.
Observa la diferencia entre la luz plana del sol del mediodía, a la
izquierda, y la textura que revela el sol rasante de la tarde, a la derecha.
- Un elemento muy útil para fotografiar a plena luz es el filtro
polarizador, que intensifica los colores y elimina los reflejos de
superficies como el agua.
- No obstante, muchos fotógrafos no encuentran de su agrado este tipo
de luz, con sombras muy duras y fuertes contrastes.
Sol bajo
- El sol bajo del amanecer o el atardecer tiene un efecto diferente.
El color de la luz produce tonos entre anaranjados y rosados que pueden
dar un matiz de calidez y romanticismo a las fotografías. Por otra parte
la luz rasante resalta las texturas y pone de manifiesto formas y relieves
que estaban ocultos al mediodía. Las sombras son largas y suaves, sin
fuertes contrastes. El momento preferido de gran número de fotógrafos
.
El sol bajo produce una luz cálida de tonos dorados que suele resultar
muy favorecedora, en este caso, realza los colores de la madera del mobiliario
y de la piedra.
Contraluz
- El contraluz es el efecto de iluminación en el cual la cámara se
dirige a la fuente de luz.
- Cuando situamos el objeto fotografiado justo entre la cámara y el
sol el contraste es extremo y, bien sobreexponemos el fondo, bien
subexponemos el motivo y lo convertimos en una silueta oscura, lo cual
suele ser la opción más acertada. Los mejores momentos para experimentar
con este efecto suelen ser el amanecer y el atardecer para emplear los
tonos cálidos del cielo como fondo.
Al realizar un contraluz, suele dar mejor resultado exponer para el fondo
y mantener el primer término en sombra.
- Cuando la fuente de luz se sitúa en una posición ladeada se produce
un interesante halo en el contorno del motivo. En este caso suele ser lo
más adecuado medir la luz en la zona sombreada y subexponer cerrando dos
puntos el diafragma.
- En el caso de que fotografiemos objetos traslúcidos debemos medir la
luz en la parte más importante del motivo.
Luz difusa
- Cuando existen en el cielo nubes muy suaves (no días nublados) que
dispersan los rayos de sol, la luz llega al motivo con suavidad y se
reducen las sombras profundas que produce el pleno sol. Las tonalidades de
los colores se uniformizan y disminuyen los contrastes entre colores oscuros
y claros, de manera que podemos mostrar ambos con toda su riqueza. En los
paisajes se pueden obtener todas las tonalidades de verde con la misma
brillantez y en los retratos de captan mejor los tonos de la piel y se
equilibran más fácilmente con el entorno.
Cuando la luz del sol está tamizada por nubes altas que no lo ocultan por
completo podemos captar todos los detalles tanto de las zonas iluminadas como
de las que se encuentran a la sombra.
El alba y el
crepúsculo
- La salida y la puesta de sol producen en ocasiones una serie de
atractivos colores y tonos que pueden tener suficiente interés por si
mismos o bien podemos emplearlos como fondo de otro motivo, el cual suele
quedar en las sombras si no tiene luz propia, al ser necesario calcular la
exposición para el cielo.
- En este momento del día los colores de cielo cambian con rapidez,
por lo cual podemos hacer varias tomas y escoger la que nos ofrezca los
matices más interesantes. También varía la cantidad de luz así que habrá
que controlar la exposición con frecuencia.
- Al haber poca luz debemos emplear una película rápida y un objetivo
con gran abertura, ISOs altos en caso de usar una cámara digital o bien un
trípode u otro soporte improvisado para que no vibre la cámara al realizar
exposiciones largas.
- Consideraciones sobre la composición fotográfica
- Saber utilizar nuestra cámara, conocer cómo afecta a la imagen el
emplear una u otra abertura de diafragma, una u otra velocidad de
obturación, es el primer paso para realizar buenas fotos.
- Ahora bien, por mucho que dominamos los ajustes de la cámara de
fotos y seamos capaces de modificarlos con los ojos cerrados, nuestras
fotos no pasaran de vulgares si no prestamos atención a la composición de
la imagen. Estarán nítidas y bien expuestas, sí; pero dirán muy poco a
quien las mira.
- La composición de la imagen es el modo en que se organizan los
elementos de la fotografía. El mundo tiende a ser caótico, y el fotógrafo
debe organizar ese caos si quiere que sus fotos digan algo. El fotógrafo
principiante puede pensar: “Bien, en un estudio se pueden organizar los
motivos como el fotógrafo quiera, pero, ¿y fuera del estudio? El fotógrafo
no puede cambiar de sitio un coche, un árbol, un edificio para organizar
la imagen”. Es cierto, no puede, pero tampoco suele ser necesario.
- En algunos casos, como en el de un coche molesto, quizá sea mejor
volver en otro momento a sacar la foto, cuando el coche se haya ido. Pero
en la mayoría de las ocasiones se puede componer la imagen y organizar sus
elementos simplemente variando el encuadre: acercándonos o alejándonos,
variando la distancia focal, subiendo o bajando el punto de vista,
moviéndonos alrededor del motivo buscando algo que oculte los elementos
que molestan o sobran en la imagen, abriendo el diafragma para reducir la
profundidad de campo y que los elementos molestos aparezcan borrosos.
- El primer paso para una buena composición es identificar claramente
el punto de interés (puede ser un elemento o un conjunto de elementos
relacionados), es decir, qué queremos mostrar a quien mire nuestra foto.
Una vez hecho esto, todos los demás elementos de la imagen deben
contribuir a reforzar el motivo principal. Si no es así, distraerán la
atención y competirán con el motivo principal restando fuerza a la imagen.
En cuyo caso lo mejor buscar la manera de eliminarlos del encuadre
bien sea moviéndonos, cambiando de óptica o de cualquiera de las maneras
que hemos comentado antes. Hemos de tener en cuenta que, cuantos más
elementos contenga nuestra imagen, más difícil será de componer.
- Bien, ya sabemos que la composición es importantísima para lograr
una buena fotografía y también sabemos qué recursos tenemos para organizar
los elementos de una imagen. La siguiente pregunta que debería asaltar al
fotógrafo aficionado es: vale, ¿y cómo es una buena composición?
- Afortunadamente existen reglas de composición, trucos sencillos de
aplicar que nos ayudan a organizar correctamente la imagen.
- Las reglas de composición fotográfica
- Existen una serie de reglas de composición que pueden ayudarnos a la
hora organizar de forma armónica los elementos de una fotografía. Son
reglas sencillas y muy fáciles de entender y de aplicar. Casi todos los
fotógrafos un poco avezados las conocen, y aquí os muestro las más
interesantes para quienes os iniciáis en la fotografía.
La regla de los
tercios
- Sin duda la más conocida y empleada. Nos ayuda a colocar en su lugar
los elementos más importantes de la imagen. Habitualmente, los fotógrafos
sin experiencia colocan el motivo de interés o el horizonte justo en el
centro de la imagen. Eso, normalmente, no es lo más adecuado. ¿Por qué?
Quizá porque es demasiado predecible, y aburrido. La regla de los tercios
nos ayuda a colocar los elementos de una forma más armónica e interesante.
El horizonte está sobre la línea superior, en tanto que las personas
sentadas se encuentran sobre uno de los cruces de líneas.
- Esta regla surca el encuadre con 2 líneas horizontales y 2 líneas
verticales dividiéndolo en nueve porciones iguales. Esta división aparece
en las pantallas de muchas cámaras fotográficas para facilitarnos el
trabajo. Los cuatro puntos donde se cruzan las líneas son los puntos
visualmente más fuertes, donde sería interesante colocar el centro de
interés de la fotografía. Las líneas también nos ayudan a decidir donde
colocamos el motivo o el horizonte.
- Este último podemos alinearlo con una de las dos líneas
horizontales. Decidirnos por la superior o la inferior dependerá de lo que
tenga más importancia o resulte más atractivo en la imagen y que, por
tanto, deberá ocupar más espacio: ¿el cielo o la tierra? Por su parte, los
motivos verticales los alinearemos con alguna de las dos líneas
verticales.
Las líneas
- Las líneas son elementos muy poderosos en la composición
fotográfica, ya que ayudan a dirigir la mirada del espectador a los puntos
clave de la imagen. Las líneas están en todas partes, aunque el fotógrafo
novel no se percate al principio. Pueden ser visibles, como las que
forman los límites de un camino, o invisibles, como las que crean las
miradas. Si en una fotografía aparecen unos ojos mirando en alguna
dirección, quien mire esa imagen seguirá la dirección de esa mirada en
busca del objeto que observaba el modelo. También los objetos estáticos e
inanimados pueden indicar direcciones que nos ayudarán a colocarlos en el
encuadre.
Observa como la línea que indica la posición del cuerpo de la cabra y las
líneas del camino apuntan a los excursionistas que se adentran en las montañas.
La dirección de los
objetos
- La dirección que siguen los objetos nos puede ayudar también a
colocarlos en el encuadre. Generalmente, los motivos en movimiento
(personas, coches, animales…) se colocan con la mayor parte de espacio
vacío en el lugar de su dirección, es decir, se colocan entrando en el
encuadre.
- Esto también puede aplicarse a las miradas. Generalmente, y a no ser
que el fotógrafo tenga un buen motivo para hacer lo contrario, la mayor
parte de espacio vacío aparecerá en la dirección de la mirada de personas
o animales.
Las formas en
"S"
- Esto está estrechamente relacionado con las líneas. Las fotografías
que incluyen curvas en forma de “S” atravesando el encuadre suelen ser muy
atractivas. Estos elementos facilitan la composición al dirigir la mirada
del espectador; además transmiten sensación de movimiento.
La forma en "S" del muro crea una línea que dirige la mirada
del espectador a lo largo de la imagen.
Los marcos
- En ocasiones, simplemente moviéndonos un poco, podremos colocar unas
ramas, un pórtico, unas rocas… en el primer término de la imagen que nos
proporcionará un marco para nuestra fotografía. Los marcos bien empleados
en las fotografías suelen resultar muy atractivos. Añaden profundidad e
interés a la imagen.
La inclusión en primer término de los tulipanes crea un marco para el
reloj de la torre y forma una atractiva imagen. Sin ellos, la foto sería muy
común y perdería interés.
- Como las reglas de cualquier otro arte, las de la composición
fotográfica no son rígidas e inamovibles, pero haremos bien en seguirlas
por lo menos hasta que las dominemos y nos salgan de forma natural sin
tener que pensar antes de transgredirlas.
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